viernes, 30 de septiembre de 2016

LAS 7 CLASES DE ESPAÑOLES SEGÚN DEL VALLE INCLÁN

Los españoles según Ramón María del Valle-Inclán

(Enviado por María Angélica De Marco desde Buenos Aires)

*Corría el año 1904 y aquella tertulia, que había abierto el gallego Ramón María del Valle-Inclán en el Nuevo Café de Levante, hervía por las noches con la flor y nata de los intelectuales de la Generación del 98 y los artistas más significados, entre ellos Ignacio Zuloaga, Gutiérrez Solana, Santiago Rusiñol, Mateo Inurria, Chicharro, Beltrán Masses o Rafael Penagos. 

Y aquella noche del 13 de mayo de 1904 el que sorprendió a todos los presentes fue Pío Baroja. Porque cuando se estaba hablando de los españoles y de las distintas clases de españoles, el novelista vasco sorprendió a todos y dijo:
 

*La verdad es que en España hay siete clases de españoles... sí, como los siete pecados capitales. A saber: 1. Los que no saben; 2. Los que no quieren saber; 3. Los que odian el saber; 4. Los que sufren por no saber; 5. Los que aparentan que saben; 6. Los que triunfan sin saber y 7. Los que viven gracias a que los demás no saben. Estos últimos se llaman a sí mismos “ políticos “ y a veces hasta “ intelectuales”

COMENTARIO  de Carlos A. Trevisi

Han pasado más de cien años y  sigue vigente lo expresado por del Valle Inclán salvo en el punto 4: "LOS QUE SUFREN POR NO SABER".

MÁS VALE UN PSOE ROTO QUE UN PSOE DE IZQUIERDAS

FELIPE GONZÁLEZ, RUBALCABA Y SUSANA DÍAZ EN ACCIÓN.



30Sep 2016

Ha bastado que Sánchez anunciara su intención de dar la palabra a los militantes, mediante un congreso precedido de unas primarias, para que se encuentre hoy ante un golpe de estado en el PSOE promovido por la fracción PPSOE, que busca abstenerse en la próxima investidura de Rajoy. No hace falta recurrir al ensayo sobre 
Técnica de un Golpe de Estado, de Curzio Malaparte, para deducir que, efectivamente, estamos ante unos golpistas que aprovechan sus puestos claves en la organización para destituir al secretario general. Ni siquiera han esperado al Comité Federal del sábado por temor a no poder manipularlo. Necesitan aquí y ahora imponer el despotismo burocrático. Todo para los militantes, pero sin los militantes.
La secuencia del golpe ha sido sincronizada. Autorizada por González, diseñada por Rubalcaba, ejecutada por Susana Díaz, la operación se ha desarrollado en tan solo nueve horas del pasado miércoles. Desde la arenga radiofónica de la Ser al cartero de la lideresa con las 18 firmas entregadas en Ferraz. Ha sido como un juicio sumarísimo. Lectura de la sentencia de Sánchez por la mañana y ejecución de Sánchez por la tarde. Maniobra acompañada, además, de un apoyo mediático generalizado donde La Sexta compite con El País en arropar intelectualmente a la banda- según definición de Sánchez- partidaria de que Rajoy gobierne con la abstención del Partido Socialista. Nunca un golpe encontró más complicidades en todos los medios de comunicación, ni mayor silencio de los corderos entre los intelectuales.
Ferraz, es cierto, aún no ha sido ocupada. No habían previsto que Sánchez como Sansón se amarrase a sus columnas, pero es cuestión de poco tiempo rematarle. Ya de entrada, de los 18 leales a su dirección, dos no han acudido a la reunión del lunes por unos problemas de agenda, por lo que explican, más importantes que el futuro del PSOE. Con más de la mitad de la dirección golpista, la mayoría de los parlamentarios apoyando el golpe de estado y un potente bombardeo mediático constante, el “insensato sin escrúpulos”- como lo insulta el diario El País- apenas puede ir más allá de áridas interpretaciones jurídicas sobre los estatutos para defenderse. Inútil. Quienes han montado este golpe, desde luego, no van a detenerse hoy ante recursos de leguleyos que no podrían prosperar si tuviesen recorrido judicial. Este golpe de estado en el PSOE cuenta con el nihil obstat del Estado.
Corren, eso sí, con un relativo riesgo de escisión. Hoy por hoy el PSOE está dividido, entre el PPSOE partidario de la abstención, y el PSOE, partidario de la unidad de las fuerzas progresistas; pero aún así los golpistas prefieren un PSOE roto a ese PSOE de izquierdas del que habla Sánchez. Ya habrá tiempo, calculan, para recoserlo una vez que puedan depurar el socialismo. Ahora toca cumplir aquellos compromisos indefendibles contraídos en Alemania durante la transición y devolver políticamente las sucesivas condonaciones de  decenas de millones de euros regalados por los bancos bajo Rubalcaba, Zapatero y González. Ya lo advertía Maravall, a mitad de agosto, en una publicación bastante afín: el PSOE puede hacer postureo, pero al final debe abstenerse. Sánchez está a punto de salir de Ferraz por no atender los consejos de este intelectual de cabecera de González.
Cuentan con la ventaja, además, de que el PSOE no es el Labour Party, ni la UGT es la Trade Unions, ni Sánchez es Corbyn. Con Prisa y la Sexta, los intelectuales de la ceja más preocupados por su status, y la desolación del electorado, no les va a ser muy difícil reconducir la orientación de los socialistas aunque, claro está, estas guerras sucias contra compañeros nunca pueden salir gratis electoralmente hablando. Pero depende, porque no se debe olvidar que este golpe, como todo buen golpe de estado, arranca ya de entrada con más de la mitad de la dirección, la mayoría de los parlamentarios y una tercera parte de sus votantes, según las encuestas del CIS, que dan el mismo porcentaje, un 30%, a los partidarios de la abstención, a los contrarios a Rajoy  y a los indecisos.
Su peligro más serio lo correrían si no puderan contar con el tiempo suficiente para proceder a los reajustes necesarios para abstenerse en la próxima votación sobre la investidura de Rajoy. Si fuera así, su paso por las urnas de diciembre sería letal para el PPSOE. De ahí las muchas prisas con la que desarrollan este golpe. Como partían de la casi absoluta seguridad de que Sánchez iba a presentar la dimisión tras el doble desastre electoral de Galicia y Euskadi,  se han visto muy obligados a poner en marcha, de forma precipitada, una operación golpista con la que no contaban. Hasta tal punto que su principal inquietud, en estos momentos, es como desalojar cuanto antes a  Pedro Sánchez de la sede de Ferraz. El tiempo apremia. Apenas restan unos treinta días para proceder a una próxima sesión de investidura de Rajoy.

EL EBATE POLÍTICO EN ESPAÑA ES CUTRE, DECIMONÓNICO

Daniel Innerarity

“Hay que hacer algo; yo no puedo estar como un espectador”, se justifica el penúltimo filósofo en política. El cabeza de lista de Geroa Bai se confiesa “irritado con la incapacidad de transformar una fuerza popular en gobierno que demostramos tras el 20-D”


MADRID.- “Estoy muy irritado con la incapacidad de transformar una fuerza popular en gobierno que demostramos tras el 20-D. Yo ya no quiero llenar de ilusión Navarra o plantarle cara al PP, como he escuchado. La ilusión ya estuvo, ahora tenemos que gobernar. Y al PP -por higiene democrática, por una cuestión de justicia social- quiero sustituirlo; necesitamos que se vaya”, se justifica el filósofo que, entre máxima y reflexión, no se cansa de recordar que está en campaña.

Hace tres días, en los ratos libres que le dejaba la Universidad del País Vasco o su Instituto de Gobernanza DemocráticaDaniel Innerarity (Bilbao, 1959) cuidaba de sus dos adolescentes, sus flores, sus gallinas y sus libros en un pueblecito de la montaña navarra. Hoy este highlander ibérico de apellido escocés –“vengo de una familia hecha de muchos sedimentos”, explica- es un Braveheart, cabeza de lista por Geroa Bai, entusiasmado con la posibilidad de llevar “una nueva lógica” al Congreso. 

“Mi candidatura no lo es al uso. Yo no puedo ir al Parlamento a dar clases, tengo que aprender”, dice modesto el catedrático de Filosofía Política, formado en Alemania con la prestigiosa beca de la Fundación Alexander von Humboldt durante los días de la caída del Muro de Berlín. Pero añade el candidato a continuación: “Es importante la aportación de las ideas, la reflexión. Los debates que tenemos ahora en España son muy cutres, sin sutilezas; manejan conceptos decimonónicos. ¿Cómo nos vamos a entender sobre la cuestión territorial si pensamos en la soberanía en los términos de Carl Schmitt? Eso ya no funciona así”. 
“Los agentes políticos están cómodos con los guiones habituales: el ‘quítate tú para ponerme yo’. Es un mundo de lenguaje acartonado”
Porque a Innerarity ya se le ha quedado vieja hasta la nueva política. “Mi futuro dependerá de los navarros y de las navarras”, dice. Vuelve a meter la cuña electoral en la esperanza de posponer cuatro años más su gran proyecto: una Teoría de la democracia compleja, que explica: “Casi todos los conceptos políticos, de democracia y de gobierno, proceden de épocas en las que había sociedades relativamente sencillas.‘Representación’, ‘soberanía’, ‘división de poderes’, ‘territorio’, ‘participación’ son términos que, con el cambio brutal de la sociedad en los últimos dos siglos, ya no valen; no son los suficientemente complejos para un tipo de realidad que los desborda por todos los lados”.
La teoría comenzó a gestarse en 2002 con su primer libro de filosofía política, La transformación de la política, que le procuró el Premio Nacional de Ensayo. Y reaparece en el último, La política en tiempos de indignación, en el que calibra el valor y las limitaciones de los movimientos y los partidos surgidos de la crisis y la indignación. Un ensayo al que, quizás, habría que añadir el capítulo de los meses tras el 20-D, “que me han parecido penosos”, se reconoce Innerarity entre el 82% de los españoles hartos con la situación, según el CIS.

“Los agentes políticos están cómodos con los guiones habituales: el ‘quítate tú para ponerme yo’, el ‘y tú más’... Es un mundo de lenguaje acartonado que ha generado desconfianza. Para recuperarla, lo primero es decir cosas que la gente entienda -la política tiene que volver a ser algo comprensible, inteligible- que no las simplezas que se dicen ahora como si fuéramos tontos. La ciudadanía acepta más verdad de la que estamos dispuestos a darle”, asegura.

Y echa mano de la memoria para explicarlo con una anécdota: “Un día Pasqual Maragall, con quien tuve cierta amistad, me recordó una frase de su hermano Ernest: ‘La política ha dejado de ser la cosa más interesante del mundo. Y lo malo es que la gente se ha dado cuenta’. Aquella frase me golpeó. Soy de una generación que sale del franquismo con una política que lo podía todo. Después he vivido todas las fases: el combate, el desencanto…Estamos en un momento en el que los recursos cívicos, que tienen que estar al servicio de transformaciones sociales y políticas, están totalmente malogrados”
“La cita del siglo XXI será una cita en la que el Estado nacional no va a ser protagonista”
Del final del franquismo, del año de la muerte del dictador, le viene a Innerarity el sentimiento nacionalista, no de cuna, sino por reacción. “Tiene que ver con mi año de instituto en San Sebastián, en el que tuve como compañero –y muy buena relación- con Gregorio Ordóñez. El ambiente, la efervescencia… a algo te tenías que sumar”. Él eligió un nacionalismo que hoy va mucho más allá de la reivindicación de soberanía y poco tiene que ver con la del estado propio.

“Yo no quiero ser como España. No quiero un estado con soberanía, territorio delimitado. Porque eso sería llegar tarde a esa cita con la historia y yo ya estoy pensando en la siguiente. No quiero que los navarros o vascos recuperemos el tiempo perdido porque no tuvimos un Estado. La cita del siglo XXI será una cita en la que el Estado nacional no va a ser protagonista. Para qué perder el tiempo tratando de ser como los españoles cuando podemos ser algo más innovador. Pretender que el derecho administrativo te dé la razón en el siglo XXI es una torpeza. Lo que tiene que darte la razón es la gente, la cultura, la internacionalización”.
Con su mirada globalizadora, que desarrolla en el ensayo Un mundo de todos y de nadie, el bilbaíno pone otro ejemplo de la insuficiencia del Estado como instrumento para resolver micro y macroproblemas: la crisis de los refugiados. “En Navarra, como en otros muchos lugares, hay un programa para acogerlos; lo que no hay es refugiados. Y la culpa es del Estado español. De un lado un ministro dice que tendríamos que tirar cohetes porque tenemos una recuperación sideral. Otro asegura que hay mucho paro y que no hay sitio para tantos. ¿En qué quedamos? Este es otro de los motivos –y vuelve a aparecer el candidato en campaña electoral- para cambiar el Gobierno de España y que, en temas urgentes como este, pegue un giro radical”.

En tono analítico, aventura Daniel Innerarity que “si haysorpasso, habrá gobierno de Rajoy con la abstención de los socialistas, que, antes de pegarse un tiro en la cabeza, se lo pegarán en el pie”. Así que, mitinero, concluye una hora larga de conversación pidiendo el voto para Geroa Bai, “no porque un escaño vaya a hacer mucho, sino porque el voto de Geroa será un voto para el cambio”. No asoma a su cara rictus de arrepentimiento cuando se le recuerda la posible mudanza a Madrid desde su montaña navarra, sus gallinas, sus flores y sus libros. Tan sólo responde socarrón: “Si no salgo el 26-J, no haré como Vargas Llosa. No diré: ‘El pueblo de Navarra quiere que siga siendo filósofo’. Diré: ‘El pueblo de Navarra no quiere que sea diputado” .
 

jueves, 29 de septiembre de 2016

ESPAÑA: EL DETERIORO DE LA UNIVERSIDAD


lunes, 16 de marzo de 2015

España: El deterioro de la Universidad

Adela Cortina (CCS)

Que la universidad española necesita reformas es indiscutible, como es necesario analizar hacia dónde se debe reformar, no sea cosa que se deteriore en vez de mejorarla. De entre la gran cantidad de temas que precisan reflexión, es urgente el que se refiere a la duración de las carreras.

El Real Decreto, aprobado el 2 de febrero, propone flexibilizar la oferta universitaria, con carreras más cortas y más baratas, para que los alumnos puedan entrar antes a ese mercado de trabajo que les está esperando. Todo ello se resume en esa fórmula que no puede ser más falaz y que la sociedad ha asumido sin más.

Las fórmulas “3+2” y “4+1” inducen a pensar que las carreras siguen durando 5 años pero que desde el Plan Bolonia 4 de esos años se dedican al grado y 1 al postgrado, y que el decreto permite dedicar 3 al grado y 2 al postgrado. Pero no es así. Ahora las carreras duran 4 años y con el decreto podrán quedar en 3. Con esos tres años se obtendría el grado y, por tanto, la facultad de ejercer la profesión.

Los másteres, de uno o dos años, no forman parte de la carrera ni son necesarios para ejercer la profesión sino en muy pocos casos. Por ejemplo, en el caso del célebre “Máster de Secundaria”, que debe cursar cualquier graduado que desee dedicarse a la docencia en ese nivel, sea de Humanidades, de Sociales o de “Naturalidades”, por decirlo con Ortega. Se trata del antiguo Curso de Aptitud Pedagógica (CAP), que no complementa los contenidos de ninguna de las carreras, sino que tiene naturaleza pedagógica.

Se dice que la nueva modalidad del grado resultaría más barata, lo cual es obvio, siempre que no suban las tasas, y todavía sería más económica si se redujera a dos años, a uno o a ninguno. Sólo que semejantes ahorros nunca redundan en la calidad en un asunto tan serio como éste, que no puede quedar al cálculo monetario, porque no necesitamos mano de obra barata, sino profesionales bien formados, que se sepan ciudadanos de una sociedad de la que viven y para la que han de adquirir su saber.

Desde que en los siglos XII y XIII naciera la institución universitaria en ciudades como Salerno, Bolonia, París, Oxford o Salamanca han ido proponiéndose unas metas que necesitan tiempo, estudio y debate. La primera fue la formación de profesionales indispensables para las necesidades de la época. Éste era el sentido de obtener una licenciatura, una licentia para ejercer la profesión, habiendo adquirido la facultas exigida para hacerlo. Ni la Academia de Platón ni el Liceo aristotélico, ni siquiera las Escuelas Palatinas creadas por Carlomagno, tuvieron el poder de decidir quién estaba facultado para ejercer la profesión. Un poder que ni puede ni debe ser político, ni puede ni debe ser económico. Las universidades son de la sociedad y están a su servicio, por eso necesitan ser autónomas y ejercer esta autonomía con responsabilidad y rendición de cuentas.

Las universidades han de transmitir conocimientos, espolear el afán investigador, cultivar la preocupación por descubrir qué es lo verdadero y lo justo a través del debate, intentando con ello superar el fundamentalismo de quien se niega a argumentar. Han de esforzarse por formar ciudadanos responsables de su sociedad.

Desde fines del siglo pasado se ha producido una revolución en las universidades que, junto con otras variables, introduce la necesaria atención al mercado productivo. Pero “junto con” no significa “reducirse a”. La universidad no puede ser una expendeduría de títulos orquestada desde el mercado, porque lleva en su ADN esas otras metas que está obligada a perseguir.

No es casualidad que carreras como la de Medicina no se vean afectadas por el decreto, además de prolongarse en ese excelente programa MIR, que todas la profesiones deberían imitar. Aquellos a los que corresponde se percatan de que poner la salud en manos de graduados de tres años es suicida para una sociedad. Pero tan suicida es reducir a tres años la preparación de otros profesionales.

Se dirá que el decreto no hace sino una propuesta, pero lo cierto es que el final es fácil de adivinar. Las universidades con posibilidades acortarán el grado a tres años y propondrán másteres costosos y competitivos, financiados privadamente o por medio de su comunidad autónoma; las que no tengan esa posibilidad habrán de reducir el grado a tres años y apenas ofertarán másteres. Crecerá la desigualdad y el deterioro de la universidad será inevitable.

Adela Cortina es catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia.

EL PEOR ENEMIGO DE LA IZQUIERDA ES LA DISENSIÓN INTERNA

por José Mujica

El expresidente uruguayo asegura en el III Encuentro Progresista Latinoamericano que el dictador Franco logró mantenerse al poder en parte porque "entre socialistas, comunistas y anarquistas fue más fuerte el conflicto interno que el enfrentamiento al fascismo".


QUITO.- El senador y expresidente de Uruguay, José Mujica defendió este miércoles en su discurso desde Ecuador, en el marco del III Encuentro Progresista Latinoamericano (ELAP), que la izquierda "jamás" debe pactar con la extrema derecha, pero que asimismo tiene que hacer alianzas inteligentes a favor de los procesos progresistas.

Según afirmó el expresidente (2010-2015) en su discurso ante miles de personas desde la ciudad costera de Guayaquil, "el peor enemigo de la izquierda es la disensión interna".
Haciendo un poco de historia, el veterano dirigente político mencionó que la prevalencia de Adolf Hitler en Alemania se dio porque socialistas y comunistas "se dedicaron a enfrentarse" y que lo mismo ocurrió con Francisco Franco en España, pues "entre socialistas, comunistas y anarquistas fue más fuerte el conflicto interno que el enfrentamiento al fascismo".
"La pelea no es por un cacho de poder o por sentarse en un banco, la pelea estratégica es un cambio de cultura"
Por eso defiende la necesaria unidad en la diversidad de la izquierda con una sana perspectiva, pues "si pretendemos más terminamos con la diversidad y eso es perder la unidad". También insiste en la importancia de la militancia y de los partidos como instrumentos que expresan las voluntades colectivas y que no deben descuidarse cuando se llega al poder. Como ejemplo recordó lo ocurrido en Argentina donde, en su opinión, "no ganó (Mauricio) Macri" sino que "perdió el justicialismo, aunque largamente era mayoría, sus confrontaciones internas lo hicieron pedazos y se debilitó".


También dirigió consejos a militantes y políticos, a quienes recomendó "vivir en función de lo que se piensa y tener una vida que represente las ideas que nos movilizan" ya que la pelea "no es por un cacho de poder o por sentarse en un banco, la pelea estratégica es un cambio de cultura". En ese sentido enfatizó en la necesidad de que los gobernantes vivan como vive su pueblo porque "está bien que la derecha cultive su imagen, pero nosotros no debemos cultivar esa imagen".

"Tenemos que vivir como vive la inmensa mayoría de nuestros pueblos, esta cuestión de imagen es una forma de comunicación y respeto. Yo sé que hay quienes piensan que hay clases superiores, que hasta con buena intención creen que hay clases dirigentes y piensan que los señores tienen que gobernar para organizarles la vida", agregó el exmandatario.

La desigualdad y el crecimiento del capital amenazan la democracia
Por otra, parte, la desigualdad y la tasa de crecimiento del capital sobre la de la economía son las principales amenazas que enfrenta la democracia en el mundo entero, según el senador uruguayo.

"Hoy 80 y pico señores tienen igual que la mitad de humanidad, entonces este problema de la desigualdad y que la tasa de crecimiento de capital sea más importante que la tasa de crecimiento global de la economía son las amenazas más feroces que tiene la democracia en el mundo entero", comentó el exmandatario socialista en su alocuciónGobiernos progresistas, evaluación y propuestas, transmitida en directo desde Guayaquil.

En la conferencia magistral brindada en el marco del III Encuentro Progresista Latinoamericano (ELAP) que se desarrolla en Ecuador, Mujica explicó que el mundo de hoy ha caminado a un proyecto cada vez más transnacional y concentrador de la riqueza que "ha visto aparecer a seres económicos con dimensiones que pesan más que los estados, pero que tienen la ventaja de no tener bandera, himno ni vergüenza… pero acumula y siguen acumulando". Según Mujica, el comercio contemporáneo que más crece es el comercio interno, el de las empresas multinacionales, pero afirma que le gustaría ver "cómo van a hacer para que esos números sean cristalinos". Apalancó su discurso al señalar que la tasa de interés que recibe el capital crece más rápido que la economía del mundo, lo que quiere decir que "la economía está creciendo a tumbos pero mucho más crece la concentración de la riqueza".

Para el exjefe de Estado, el acento de la desigualdad "es la característica contemporánea más fuerte y es la amenaza más grande que tiene la democracia en el mundo porque los gobiernos tienen que cargar el peso del lobby que hace la concentración del capital".

En ese sentido, añadió que las distintas formas de riqueza han tenido una "explosión secular" y que esa enorme "masa de recursos anda especulando por el mundo sin ninguna rienda, freno ni bozal que se le pueda poner". De allí que criticó las reservas internacionales que los países deben mantener por obligación, pues lo único que produce esta inmovilidad es "una gigantesca paralización de recursos que no se pueden utilizar a favor de la vida humana y el desarrollo económico". "Hay que poner un freno o la humanidad puede vivir el ocaso de la democracia. Nuestras repúblicas pueden transformarse en reliquias ante las transnacionales", añadió. 

¿A QUÉ ESTÁN JUGANDO LOS ´FELIPES´ ? CHAU, PSOE !

La crisis del PSOE como crisis de régimen

29Sep 2016

“El PSOE tardará mucho en volver a ser útil”. Lo decía esta mañana Iñaki Gabilondo, uno de los rostros más prestigiosos de nuestra historia reciente (recuerden que fue su cara la que apareció en la televisión para transmitir tranquilidad a España el 23F, mucho antes que apareciera la de Juan Carlos) desde el periódico que fue el intelectual orgánico de la Transición y la referencia internacional durante años para entender España. Ayer Felipe González, la figura histórica más importante después de Franco, el presidente –a un tiempo carismático y siniestro– más relevante del sistema político del 78, señalaba a Pedro Sánchez desde la SER, nada menos que desde la SER. Poco después el aparato del partido apuñalaba. Y hoy el editorial de 
El País llama a Sánchez “insensato sin escrúpulos”. No estamos sólo ante la crisis de un partido, sino ante lo que Alberto Garzón definía con acierto ayer como motín oligárquico; un intento de golpe en el interior del PSOE para entregar el Gobierno al PP.62 comentarios
El pasado domingo, en la clausura de la Universidad de verano de Podemos que hicimos en la Universidad Complutense, expuse a mis compañeros las que, a mi entender, son las claves estratégicas para entender la situación de bloqueo que vive nuestro país. Expliqué que no estamos viviendo una situación de “empate catastrófico”, una expresión traída de América Latina donde la paridad de fuerza electoral entre sectores pro-oligarquía y sectores populares obligó a soluciones constituyentes. En España aún no es posible ni el desempate electoral ni una solución constituyente a corto plazo. El bloqueo de nuestro país tiene que ver más bien con las tensiones que se están produciendo en el Partido Socialista entre los partidarios de la restauración del sistema de partidos anterior a las elecciones del 20D, y los partidarios del reacomodo del PSOE a la nueva situación. Lo que se dirime en este partido es básicamente su papel y su estrategia en un contexto histórico nuevo.
Los partidarios del “reacomodo”, con Felipe González y Susana Díaz a la cabeza, cuentan con el apoyo entusiasta de Juan Luís Cebrián y el grupo de comunicación del que es propietario. A mi entender son el sector del PSOE con el proyecto político más claro y una orientación estratégica más armada y precisa. Son partidarios de entregar el Gobierno al Partido Popular y reconocen sin ambages estar más cerca de este partido que de nosotros. Para ellos, el PP es uno de los pilares políticos de España, su histórico competidor en el sistema del turno, mientras que Podemos y sus aliados representan un peligro frente al que hay que conjurarse incluso con sus viejos rivales del turnismo. Este sector cuenta con el apoyo de las élites económicas de nuestro país y de los poderes extranjeros, pero no cuenta con la simpatía ni de los votantes ni de las bases socialistas.
Los partidarios de la “restauración” están representados por Sánchez y su equipo. No cuentan con apoyos mediáticos ni de sectores oligárquicos y además carecen de proyecto político. Ni se han atrevido a intentar diseñar un proyecto de reformas y de gobierno con nosotros, ni tampoco a afrontar con sentido común la tensión plurinacional que se vive en España. Les aterra, con buen criterio, entregar el gobierno al PP por las consecuencias electorales que tendría para su partido y querrían volver a un sistema bipartidista que nos dejara a nosotros ocupando una modesta posición en la izquierda del tablero político, mayor que la que tuvieron en su momento el PCE e IU pero lejos de la paridad actual. Desde enero su objetivo es bien subalternizarnos (al pedirnos que facilitáramos sin participar su gobierno con Ciudadanos) o repetir las elecciones con la esperanza de que el hastío y el aburrimiento de la gente nos hiciera retroceder. Mientras mantenga su no al PP, este sector cuenta con más simpatías entre la militancia y los votantes socialistas.
Los últimos acontecimientos han hecho que estos dos sectores pasen de la guerra fría a la guerra abierta. Del resultado de la misma no sólo depende lo que Gabilondo llama “utilidad” del PSOE, pronosticando una paulatina pérdida de relevancia histórica de este partido, sino nada menos que el resultado de la transición política que vive nuestro país.
Hoy la transición de hace 40 años, con todas sus complejidades, sus tensiones y sus a menudo olvidados centenares de muertos, parece un proceso sencillo si se compara con la actual situación. La sociedad española de entonces –a pesar de las excepciones representadas por las vanguardias de la oposición democrática y los movimientos sociales (en especial el movimiento obrero) y las propias excepcionalidades catalana y vasca– era una sociedad lógicamente atemorizada por la dictadura. El éxito de Suárez (tanto de la Ley de Reforma Política como de su UCD) señaló la hegemonía de su proyecto de metamorfosis de la dictadura en una monarquía constitucional más o menos homologable en Europa. La izquierda, sumida en sus debates para no dar miedo (las renuncias respectivas al marxismo y al leninismo del PSOE y el PCE no eran más que eso), se vio obligada a acomodarse a la estratégica de Suárez. Aquel exitoso proceso (si atendemos a los enormes consensos que suscitó y que no dejaron de aumentar cuando la transición se convirtió en relato fundante de nuestra democracia encarnado en la monarquía) culminó con la victoria electoral socialista de 1982, tras un golpe de Estado a un tiempo fracasado y exitoso. Nacía un nuevo régimen político con un poderosísimo PSOE al timón del Gobierno, sostenido, como cualquier sistema político que se precie, por unas nuevas clases medias. Como señala el malvado Emmanuel Rodríguez en su Por qué fracasó la democracia en España, las clases medias son más una noción ideológica que una categoría sociológica. La promesa de modernización y de mejora de las expectativas de vida encarnadas en el Partido Socialista fueron el alimento de esos sectores autopercibidos como clases medias, esa nueva España a la que el PSOE se parecía más que ningún otro partido.
La hegemonía del PSOE era tal que se le perdonó todo durante años, desde las consecuencias de su aceptación de la división del trabajo en Europa –que nos convirtió en una periferia especializada en el turismo–, pasando por la corrupción hasta el terrorismo de Estado. La arrogancia con la que todavía hoy se refiere Felipe González a “lo que hicimos en el País Vasco” revela hasta qué punto el expresidente vive aún en ese mundo. Aquel PSOE, sin embargo, sentó las bases sociales que permitieron el éxito electoral de Aznar y que el PP no sólo se hiciera con el poder durante años, sino que convirtiera la Comunidad Valenciana y Madrid en sus laboratorios más elaborados de su modelo corrupto-neoliberal, aún con Zapatero en la Moncloa.
La crisis económica, como en otros países de Europa, hizo saltar por los aires la auto-percepción de clases medias de inmensos sectores populares en España. Y el siglo XX ha dado sobradas lecciones de lo que pasa cuando se tocan las expectativas de las clases medias. Los desahucios, las estafas permanentes, el paro, la precarización de las condiciones de vida, la emigración de los jóvenes, fueron el caldo de cultivo del movimiento que lo cambió todo: el 15-M. Los hijos e hijas de las nuevas clases medias bajaron a las plazas y señalaron a las élites políticas y económicas. Solo había que ponerles nombre. Nosotros decidimos llamarles casta.
Aquello no fue una venganza de los perdedores políticos de la Transición, una izquierda que durante más de 30 años bastante hizo con resistir. Aquello era el inicio de una crisis de régimen que introducía los ingredientes para una nueva gramática política llamada a cambiar muchas cosas en España. Podemos fue quizá la expresión electoral más elaborada (pero no la única) de aquella nueva gramática. Pero sería absurdo desvincular aquel movimiento de las tradiciones democráticas y regeneradoras de nuestro país. Por las venas del 15-M corría la sangre del movimiento obrero, de los movimientos liberales del XIX, de la lucha de las mujeres, de las luchas contra la dictadura. Sólo así se explica que fuera precisamente el PSOE el partido más afectado por el 15-M y que Podemos haya sido capaz de atraer a un nuevo espacio, no sin dificultades, a todos los sectores que levantaron las banderas de la resistencia en el pasado. Pero ni los símbolos, ni el lenguaje, ni las formas, habrían de ser los mismos.
Podemos vivió una primavera de esperanza en 2014 y un verano en el que nuestras líneas avanzaban ante la desbandada y la torpe resistencia de los adversarios. Así hasta encontrarnos con unas encuestas que nos situaban como la primera fuerza política. El 31 de enero de 2015 hicimos una demostración de fuerza social con una movilización de partido probablemente sin precedentes desde el asesinato de los abogados de Atocha. Pero entonces llegó el invierno ruso y nuestras líneas dejaron de avanzar. Tuvimos que enfrentar procesos electorales en las peores condiciones para hacerlo y aún así irrumpimos en todos los parlamentos y fuimos uno de los motores principales de la conquista de las principales capitales del país por alcaldesas y alcaldes del cambio. Las elecciones catalanas fueron la prueba más difícil para nosotros. No recibimos el apoyo de los sectores a los que nosotros empujamos para alcanzar la alcaldía de Barcelona y nos vimos atrapados en una confrontación frentista que nos obligó a conformarnos con sembrar semillas para el futuro, asumiendo un duro revés electoral. Hace exactamente un año, las encuestas preveían nuestro hundimiento al tiempo que “el Podemos de derechas” que pidió el dueño del Banco Sabadell despuntaba en las encuestas. Pero llegó la remontada y el resultado de las elecciones del 20D cambió, a mi juicio para siempre, el sistema de partidos en España.
A partir de entonces la tensión en el PSOE provocó la situación que ahora vemos en toda su crudeza. Es innegable el valor demostrado por Pedro Sánchez enfrentándose a las fuerzas del régimen en su partido, pero quizá hubiera tenido más sentido proyectar también ese valor hacia los poderes establecidos fuera del partido. De haber sido así hoy podríamos estar gobernando juntos y quizá nuestro Gobierno, con todas las dificultades, hubiera podido implementar políticas redistributivas, regeneradoras, avanzar soluciones democráticas a la tensión plurinacional y ser un ejemplo para otros países europeos.
No sé qué ocurrirá finalmente en el PSOE. Temo que lo que se dirime allí no dependerá sólo de interpretaciones jurídicas y estatutarias; hablamos de la crisis más importante desde el fin de la Guerra Civil en el partido más importante del ultimo siglo en españa. Quien pensaba que podía haber normalidad política sin que el PSOE se decidiera por el PP o por nosotros se equivocaba.
Frente a la incertidumbre, a nosotros nos toca seguir del lado de la gente. Debemos estar preparados para gobernar o para la repetición electoral, pero también, si finalmente se imponen los partidarios de dar el Gobierno al PP, debemos estar seguros de nuestro papel como fuerza política que ofrece garantías y que se debe construir como instrumento de un movimiento popular que siga empujando por una sociedad más justa. Nadie duda en España de que nosotros jamás iremos de la mano del Partido Popular. En tiempos de incertidumbres y de golpes oligárquicos, Unidos Podemos debe ser el referente de seguridad de los que quieren una sociedad mejor frente a las élites
.

ES MÁS FÁCIL PENSAR EN EL FIN DELMUNDO QUE EN EL FIN DEL CAPITALISMO

PENSADORES DEL 21

Jorge Alemán: 

El psicoanalista argentino, que presenta ‘Horizontes neoliberales en la subjetividad’, advierte de que “sólo una fuerza política que consiga establecer diques, conservar lo que merece ser conservado, puede frenar la marcha indetenible del capital”. 


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Dice que le resulta complicado definirse: “Por mi formación psicoanalítica debo decir que uno no tiene acceso a sí mismo”. Quizás por eso el psicoanalista, estudioso de la sofisticada teoría de Jacques Lacan, es también poeta, “porque la poesía –explica- cifra cosas que me permiten entender mejor lo que ocurre, incluso aunque carezca de sentido”. Y, por entender lo que él no consigue más que en sus versos, un resistente de la “izquierda lacaniana” que él mismo ha construido a partir del psicoanálisis, Freud y Lacan.

Para suavizar la teoría, Jorge Alemán (Buenos Aires, 1951) pincha un disco de Tony Bennett, se sienta de espaldas a una pared roja decorada con los retratos de Marx o Evita Perón; enciende un cigarro y, con las maneras pacientes del profesor universitario que es, comienza a explicar: “Siempre he vivido siempre en esa tensión entre el psicoanálisis, que se mueve en el campo del sujeto, y la izquierda, que piensa el colectivo. Lo que el psicoanálisis dice de la condición humana no encaja en ciertos sueños y anhelos de la izquierda. Sin embargo, pienso que tiene que haber ya un giro dentro de la izquierda, que no puede seguir pensando en proyectos emancipatorios sin admitir cómo está hecho el ser humano”.

Y en eso está desde hace años, desde que siendo casi un crío se vio obligado a dejar la Argentina de Videla y los desparecidos. “Era un joven militante, profesor ayudante de Psicología en Universidad de Buenos Aires. Allí desaparecieron varios compañeros, como en el sindicato en el que trabajaba. Tenía 25 años cuando vine, pero había muerto tanta gente cercana que yo ya no tenía esa edad”. Con el desagarro del exilio y la tragedia argentina, recala el pensador en Madrid, en el barrio de Malasaña en el que aún tiene su hogar, y en un país que acababa de enterrar a Franco. 
“Comenzaban a abrirse salas, las películas de Almodóvar, filósofos que alababan la gastronomía y los puros. Así que la experiencia misma del exilio para mí fue secreta. Yo no podía amargar la fiesta”. Recuerda de aquellos años los bares del barrio: el Parnasillo, el Café Ruiz o La Manuela, donde asistía a las tertulias de Agustín García Calvo que compartía con Sánchez Ferlosio, Fernando Savater o su “primer amigo” Leopoldo María Panero, aunque aclara: “No se le puede llamar amigo porque Panero no tenía amigos. Estaba loco en el sentido noble del término”.
“La Transición no fue la ruptura que imaginaba la izquierda. Porque terminan sus grandes relatos y la política pierde su lugar”
Son los años de La Movida, que en breve aparecerán en el libro que escribe junto a German Cano –Del Desencanto al populismo-, en los que El Desencanto no sólo hace referencia al documental de Jaime Chávarri sobre los Panero: “Una frase que resume el Desencanto es la de Vázquez Montalbán: ‘Contra Franco vivíamos mejor’. La Transición no fue la ruptura que imaginaba la izquierda, no fue la llegada un nuevo orden. Porque terminan sus grandes relatos y la política pierde su lugar”, se lamenta.

No, en el caso de Jorge Alemán, que ya entonces comenzó a buscar en Lacan respuestas a sus pulsiones políticas. Soluciones que plasma en su último trabajo: Horizontes neoliberales en la subjetividad. De nuevo con la paciencia del orador acreditado, trata de resumir: “El capitalismo tiene mucha más fuerza de la que pensaba Marx: no era solamente la explotación de la fuerza de trabajo sino un modo de apropiarse de la subjetividad. El neoliberalismo, que es una mutación del capitalismo, se caracteriza por ser una gran fábrica de subjetividades”.

Enciende otro cigarro para poner un ejemplo: “Los libros de autoayuda tienen mucho de esto. Desde que existe el imperativo de ser feliz, la gente es más infeliz que nunca. Y el capitalismo es capaz de generar figuras de identificación, dispositivos –el empresario de sí mismo, el hombre endeudado…- en los que uno está más allá de sus posibilidades en una lógica en la que siempre está superado, nunca da la talla”.

En Lacan dice el psicoanalista haber encontrado una respuesta afirmativa. “La prueba es que, cada tanto, se producen irrupciones igualitarias que tienen que ver con los derechos humanos, con la mujer, etc… que demuestran que todavía existen experiencias de lo común que no han sido apropiadas por el capitalismo”. En el caso de nuestro país, esas ‘experiencias de lo común’ estarían representadas por las fuerzas políticas emergentes como Podemos, que Alemán entiende como “un retorno de lo reprimido”.
“Lo que irrita a la estructura dominante no es el populismo o Venezuela, sino que se ha producido una suerte de retorno al pasado que pensaban cancelado”“Las formaciones políticas emergentes no vienen de los sectores clásicos explotados. Han surgido de distintos sectores que traducen políticamente al 15M: profesionales, profesores, jóvenes no proletarios que no se sienten representados por las gramáticas vigentes, que quieren construir un relato nuevo. Lo que hizo emerger a Podemos, Las Mareas, etc… es que la historia es el lugar en el que reaparece lo reprimido. Por eso no hay crimen perfecto. La Transición se deshizo muy rápidamente del franquismo, pero no hay forma de borrar el pasado. Lo que verdaderamente irrita a la estructura dominante no es el populismo o Venezuela, sino que se ha producido una suerte de retorno al pasado que pensaban reprimido, cancelado, atado y bien atado en un paquete”. 
Y sin pretenderlo, se mete el pensador en el penúltimo debate interno de la formación, el representado por Pablo Iglesias e Iñigo Errejón. Se ríe y apela a su edad para no ponerse en ningún lado y ofrece una explicación teórica a lo que califica de desafío y problema insoluble: “Una fuerza de izquierdas que entra en la lógica electoral tiene que demostrar, por un lado que no encarna el caos, que es un principio de orden que se va hacer cargo; y por otro, no puede renunciar a su vocación transformadora. De ese desafío surgen internamente un montón de posiciones que no se puede polarizar ni escindir. Hay que estar muy bien preparados para jugar en el terreno que propone la estructura dominante”, concluye.
El próximo día 5, Alemán presentará en Madrid, en La Morada, sus Horizontes neoliberales en la subjetividad, en los que también recupera a Borges, a Panero, a Laclau. Mientras continua con su actividad docente en conferencias, universidades, convencido de que la importancia del 15M y la emergencia de Podemos no sólo tiene que ver con el fenómeno electoral: “Lo más importante es que en España estos movimientos se han apropiado de las palabras ‘soberanía’, ‘pueblo’, ‘defensa de la patria’, que la izquierda socialdemócrata ha abandonado en beneficio del consenso neoliberal y que, en el resto de Europa, son propiedad de la extremaderecha, que nunca las va a utilizar contra los poderosos”. 

Mientras sigue sonando Bennet, termina el psicoanalista hablando de futuro y de una discusión que dice sostener a menudo con su colega Carlos Fernández Liria: “Ya no hay incertidumbre. Las estructuras neoliberales son abstractas, ya no necesitan de la gente, ni de los Estados ni de las familias. Por eso no hay crisis del capitalismo, hay crisis de los pueblos, de las naciones, de las comunidades. El capitalismo no sólo no está en crisis sino que cada vez extiende más sus tentáculos. Es más fácil pensar el fin del mundo que el fin del capitalismo”, cita una frase de múltiples padres. Parafraseando a Heiddeger finaliza la hora larga de oratoria con acento porteño: “Sólo un dios puede salvarnos, dijo el filósofo. Ese dios es una experiencia política que logre establecer diques, conservar lo que merece ser conservado y detener la marcha indetenible del capital”, concluye el poeta.