sábado, 17 de septiembre de 2016

EL PERIÓDICO

EL PERIÓDICO
Carlos A. Trevisi
de "EL CULTURAL" (Fundación Emuilia Mª Trevisi)
Te concedo un lugar de privilegio entre mis desmesuradas inclinaciones. Acaso, al igual que yo, amigo lector, palpites con ese derramamiento ordenado de tinta que inyecta noticias y comentarios, apabulla con deportes bárbaros de balón y de pie, despabila jovencitos y tranquiliza solitarios a cinco mil pesetas todo incluido; despierta anhelos y enojos (en mi mujer que reniega porque lo llevo a la cama conmigo), inocula el vicio de la lectura fugaz en un recorrido de títulos, y alienta concienzudos análisis (que la realidad desmiente a cada paso) en arrebañados politicastros de derechas o de izquierdas, o en pulcros “independientes” que no han necesitado pastor porque optaron por no meterse en el bosque, donde el lobo está.
Tu presencia ha servido a los intereses de la libertad y de la democracia. Te has comprometido con la verdad y con la cultura. Has llenado tus páginas con firmas cumbres, has sido crítico, has fomentado el diálogo, supiste ponerte en común, defender causas perdidas...
Sin embargo, tu importancia no está sólo dada por el derramamiento de tinta que tiñe tu papel, ni por las noticias que brindas, sino también porque has venido sirviendo a otros menesteres, acaso menos piadosos pero no por eso desdeñables: ya en el piso, como altenativa del felpudo en días de humedad; hecho un bollo para encender la estufa, o estilizado florete para recónditos pilotos de antiguos calentadores; útil en el planchado de casimires o gabardinas, para evitar su brillo; como almohadilla de papeles más propios -papel madera- para absorber el aceite embebido en croquetas o carnes empanadas; hecho sombrero sobre la cabeza de un niño o abundando, prieto, dentro del calzado cogido por un aguacero; galano, aunque inestable navio, corriendo a lo largo de bordillos puebleros impulsado por correntadas pluviales; como limpiavidrios; para que el niño aprenda a usar la tijera, para recortar perfiles o para hacer “collages”; como separador de cristalería, para proteger cuadros en las mudanzas, como falso relleno en tapicerías, para envolver pescado fresco, para separar barras de hielo, y hasta para prestar higiene, en la escasez de la pobreza o en la miseria de las guerras, a la sensible y nervuda anilla del tracto excretor.
Aunque tu papilífera servidumbre haya ido cediendo ante nuevos materiales creados “ad hoc”: esponjas, secadores, separadores de nylon, gorritos de cotillón, planchas a vapor, cartulinas para recortar, láminas de plástico con ampollas de aire..., mantendrás tus fueros a través de Internet, que hará palpitar tu alma comunicadora con un derrame de bitios que inyectará noticias, apabullará con deportes bárbaros de balón y de pie, despabilará jovencitos y...

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