miércoles, 21 de octubre de 2015

EL ORO DE NASI

Por Caros María Trevisi
El oro de NASI
En una antigua torre de la ciudad de Estambul, una antena necesita reparación.
El trabajo parece sencillo, no lo es tanto, sin embargo, pues la construcción del siglo XIV, esta protegida por leyes urbanas patrimoniales de estricto cumplimiento. Si bien las tareas de mantenimiento pueden ser realizadas por agentes locales, reparar la antena y controlar su correcto funcionamiento es una tarea destinada a especialistas italianos, que poseen las habilitaciones otorgadas por el ayuntamiento local.
-Pronto ¿chi parla?- responde un italiano desde sus oficinas de Milano, al llamado que llega desde la antigua Ciudad. 
-Una vez más requerimos de vuestros servicios, contestan desde una oficina de mantenimiento Estatal Turca; pues la antena se ha vuelto inestable con la última tormenta, y puede venirse abajo.
-En 72 horas llegan nuestros técnicos, y solucionan su problema. No se preocupe. Gracias, una vez más, muchas gracias.
Lo curioso es que en la antena -que había recibido mantenimiento hacia apenas unos meses-, los técnicos locales habían encontrado desconectada una de sus terminales -intencionalmente y por circunstancias no muy claras- motivo por el cual desde Italia habían enviado –en su momento- un servicio para su reparación y control.
Durante la temporada de verano, la enigmática ciudad de Estambul recibía una colección de arte impresionista organizada por la Fundación Vehbi Koç (VKF), en su primer museo de arte moderno conocido como el "Istanbul Modern", haciendo alusión a su homólogo londinense, el Tate Modern. El museo se encuentra a orillas del Bósforo, en un antiguo almacén, que es invadido por todo tipo de visitantes, entre compradores, inversores y turistas. Si bien los críticos encontraban que la locación y las obras eran acordes a lo esperado, hubo algunos personajes "ajenos a ese mundo" que también estuvieron visitando la ciudad.
La torre GÁLATA (Megalos Pyrgos), tal es su nombre, fue construída por los Genoveces en el año 1348. Ubicada en la orilla norte del cuerno de Oro, había servido en la antigüedad como punto más alto para el avistamiento de posibles invasores, tan comunes en aquellas épocas. Actualmente, transmitía una señal de radio y otra de telefonía celular, controlada por el gobierno.
En aquella oportunidad, por culpa del nido de unas cigüeñas blancas, los técnicos locales habían tenido que adelantar las obras de mantenimiento de la antena GÁLATA, constatando -para su sorpresa- que efectivamente estaba desconectada intencionalmente una terminal de onda corta.
Según algunos testigos, en esa misma época alguien con aspecto de italiano y de mediana edad, ataviado con ropas de trabajo y portando una maleta metálica  había sido visto merodeando la torre.
De todas las leyendas urbanas modernas, la que más sonaba en MILANO era una historia que detallaba la asombrosa ubicación del tesoro fabuloso originado por los saqueos a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, conocido como el oro nazi.
Dentro de los círculos más prestigiosos de la ciudad, conspicuos intelectuales delineaban estrategias de búsqueda, para hacerse del fabuloso tesoro, teñido de sangre, pero igualmente valioso.
Según la novedosa leyenda que se hacía oír por la ciudad italiana, una comunicación perdida desde 1952 y captada con un receptor de radio de onda corta, utilizado por los técnicos, hablaba que el oro nazi estaba enterrado bajo una catedral a las afueras de la ciudad turca de Estambul.
La descripción en idioma ingles, explicaba con exquisita sutileza la posible ubicación de un gran tesoro, coincidente al desaparecido en épocas nazis, y que hasta la actualidad nadie había podido encontrar.
Según algunos manuscritos hallados en la biblioteca Celsus en Éfeso. que fue creada -según los turcos más liberales- para redimir la masacre de Constantinopla, en la antigüedad se denominaba "catedral" a toda edificación de carácter gubernamental que estuviera afectada para refugio de los inválidos y desvalidos, razón está que transformaba la leyenda casi en un imposible de resolver. La guerra había destruido muchos de los edificios que podrían ser sindicados como catedral, y con ello las esperanzas de ubicar el fabuloso tesoro. No obstante ello, el afán por conseguirlo no dejaba de abrir esperanzas de hallarlo y lo que es peor aún, hasta de poner al descubierto una fabulosa trama de engaños y actividades delictivas.
NASI había nacido en Roma, y de pequeño -junto con su familia- se había mudado a Atenas, dado que su padre era el agregado cultural de la embajada Italiana en Grecia.
Como todo hijo de diplomático, su educación transcurría en colegios internacionales, donde compartía aulas con niños de igual condición, entre ellos HALIL, hijo del ministro plenipotenciario SATUR al PAN, de origen turco.
La amistad que ambos forjaron, trascendió a las ciudades que luego debieron habitar, conforme las profesiones de sus padres. Ambos son ingenieros en telecomunicaciones y comparten la propiedad de una empresa con sede en... MILANO.
En épocas de inestabilidad económica, la inversión en arte tiende a ser un buen refugio para aquellos que tienen la suerte de no saber qué destino darle a sus ahorros, sobretodo cuando estos son de origen incierto. Modernas inversiones se ocultan tras negociados -muchas veces diplomáticos- que sobreviven durante años, a la sombra de oscuras transacciones. 
Sin dudas, las intenciones de ambos socios, ocultaban -al igual que lo habían hecho sus padres- una trama de engaños y malversación de fondos, que podría salir a la luz, por la indiscreción de un simple empleado, devenido en supervisor de antenas.
Desde aquella vez en la que ese hombre “de aspecto italiano”, ataviado con ropas de trabajo y un maletín metálico, había visitado la torre GÁLATA, y habia captado una extraña comunicación en onda corta acerca de una increible historia, comenzaria a circular por ciertos circulos de Milano, lo que más tarde se transformaria en toda una leyenda.
En clave, habla HALIL. Cambio. Transfiero lo acordado. Oro protegido en catedral. Espero respuesta, NASI. Cambio...
La famosa torre GÁLATA tenía instalado el receptor, que ambos utilizaban sin levantar mayores sospechas. Una radio en línea con las telecomunicaciones de celular de Estambul, era el método utilizado por estos dos ingenieros, para intercambiar información confidencial.
Durante años habían utilizado este método, con el vendian todo tipo de informacion clasificada y hasta traficaban obras de arte.
Curiosamente estos dos amigos, denominaban “ORO” a una obra de arte robada de una colección privada que, durante más de 30 años, sus padres habían escondido celosamente.
Esta vez, la oportunidad estuvo en Estambul. Cientos de marchands de todo el mundo, se dieron cita en la ciudad que albergaba la fantástica exposición de arte impresionista.
“Oro”, se vendio a un comprador anonimo, en una cifra que ellos dos solo conocen.


La leyenda, sigue teniendo miles de interpretaciones y seguidores, esperanzados en hallar aquel tesoro, que por ahora se mantendrá oculto en los confines de la tierra.

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