viernes, 24 de abril de 2015

EL LIBRO; TODOS LOS LIBROS

por Carlos A. Trevisi

EL LIBRO, TODOS LOS LIBROS

Me ha sucedido en más de una ocasión que algún conocido, al visitar mi oficina  repleta de libros amontonados de cualquier modo según los voy usando, me dijera que ya no tiene sentido ”acumularlos” cuando en realidad hay dispositivos tecnológicos –ebooks, por ejemplo- que los guardan en cantidades de a cientos sin ocupar espacio.

Lo que no saben los que así piensan –que por otra parte tienen el derecho de decirlo porque el mundo marcha por ahí-  es que un libro encierra muchas cosas más que un contenido; guarda la memoria de nuestras vidas.

He rescatado de la biblioteca de mi madre los libros que mayor ilusión le despertaban.  Los he guardado para ojearlos  en mis momentos de ocio y así volver a revivir su esfuerzo por lograr que desde mi más tierna adolescencia me inclinara por la lectura. Los hay de ensayos, novelas, historia y unos cuantos que abordan la sicología entre otros.

La biblioteca mía tuvo un primer libro obsequio de  mis padres: “Vida de D. Quijote y Sancho”, de Miguel de Unamuno. Lo guardo sesenta años después como mi libro de cabecera.  Está subrayado varias veces, según mis cambiantes opiniones  a lo largo de la vida. Los trazos de mi escritura han ido cambiando; se refleja en ellos  mi maduración afectiva e  intelectual.  Muchos de mis propios libros registran lo mismo, no tanto por las anotaciones que he vertido entre sus líneas, sino por la sucesión de autores que en el tratamiento de un mismo tema me iban mostrando los cambios que se operaban en el mundo.

Cervantes y Shakespeare son mis autores preferidos. He descubierto en ellos lo que significa ser un clásico. Guardo  sus obras completas en libros que son de extrema belleza editorial. Lo mismo me pasa con el Martín Fierro, suma de una forma de vida pocas veces igualada y que me atrevería a decir, si no fuera una insolencia, que tiene mucho del Quijote.

Pero al margen de todo esto que acabáis de leer hay algo conmovedor en los libros: su olor. Un olor que habla del tiempo transcurrido, de recuerdos imborrables, de bibliotecas que ya no existen, de afectos que ya no son.


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