viernes, 18 de julio de 2014

ESTE MUNDO DE UNOS POCOS

El texto que vamos a compartir es un capítulo introductorio de la segunda edición de "ESTE MUNDO  DE UNOS POCOS". (Editorial LIBRORUM,Madrid, julio 2014), Carlos A. Trevisi

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ESTE LIBRO

Mi libro –nuestro libro a partir de ahora- va a ratificar lo que ya sabe usted acerca de los contenidos del mundo que nos toca vivir.

Como sólo  aspira a poner un cierto orden en la multiplicidad de datos, noticias, informes, juicios, condenas, mentiras, falsas apreciaciones, falacias  y demás variables del escándalo que nos rodea, espero que, más allá de mis opiniones, por las que podrá condenarme, cómo no, coincida conmigo en que a los grandes temas concurren contenidos comunes en los que la causalidad ya ha dejado de ser lineal para ser cibernética y que la información que llueve sobre nosotros está más sujeta al afán divulgativo que al pedagógico.

Entre opinión y opinión –muchas de ellas mordaces- he incluido artículos de consagrados pensadores que las ratifican. Si no coincidiera con ellas, le queda a usted reservado el derecho de hacer otro tanto con aquellos que las rectifican. Vamos, si cito a Juan XXIII o a Pablo VI puede usted hacer referencia a Pío XII, a Juan Pablo II, a Ratzinger – a quién, como ve, no llamo Benedicto; en fin, hay varios para elegir, muchos más de los que contiene mi lista.

Le servirá, espero, para no perder de vista que somos nosotros, los de a pie, los que tenemos que ponernos en marcha para que, cuando el mundo se precipite a tierra, no caiga en pedazos sobre la cabeza de nuestros hijos.

Hace once años que vivo en España, soy argentino de nacimiento, italiano de nacionalidad y bilingüe inglés-castellano, de modo que no se sorprenda si se cruza con temas abarcativos de las cuatro vertientes.

He vivido situaciones muy semejantes en todas partes. El hombre común es, con matices, el mismo en Inglaterra, Argentina, Italia, USA y demás países que se jactan, sin embargo, de ser diferentes. La diferencia está en su organización social. Los más organizados acaso sean los que más han cedido en sus derechos individuales, pero son campeones en el compromiso de una puesta en común. El hombre de a pie de esos países desdibuja sus exigencias personales y se aviene a un mallado que lo incluye y protege.
Seguramente esta opinión ya nos va a distanciar, pero siga leyendo, ya verá que por ahí vamos a encontrarnos.

Cuando el hombre se angustia apela a Dios; cuando es pobre, a la violencia; cuando es rico, a la seguridad; cuando es alcanzado despotrica contra el sistema; cuando es tonto mira televisión varias horas por día; cuando es inquieto busca y rebusca lo que  necesita; cuando es inteligente investiga y deja asentados su logros… y cuando  alcanza  un mismo nivel en sus actitudes intelectuales, volitivas, afectivas y sus afanes de libertad, entonces es armónico, es decir se fija metas alcanzables, se organiza, lucha por sus logros, otorga espacios, comparte tiempos, se relaciona con los demás siempre en busca de un fértil encuentro que le permita seguir creciendo en lo personal y en comunidad. En pocas palabras, conquista un espacio de libertad que logra ampliar con la colaboración de otros que, como él, han terminado con la idea de que la libertad de cada uno termina donde comienza la de los demás.

Desde su aparición sobre la tierra como un individuo igual a todos los demás de la especie, este hombre armónico ha crecido, hasta ser uno en si mismo, distinto a todos los demás. Es decir se ha transformado de individuo en persona; ha pasado de “ser” a “ser humano”, como dice un amigo –aunque él no lo sepa (que es mi amigo, claro) - Fernando Savater.

Si es usted una persona, cosa que no dudo, seguramente habrá activado en algún momento de su historia personal esa característica que lo hace “uno en usted mismo”. Así, habrá llegado a la conclusión de que el diálogo “yo-tú” del que habla Buber, cuando se hace extensivo a un “nosotros-vosotros” instala el diálogo entre los hombres; aquello que nos pone en común para llevar adelante una vida nutrida de las virtudes necesarias para crecimiento de todos.

Cuáles serían esas virtudes, me preguntará. 
Yo, de una persona, espero que sea capaz de ver el mundo y de verse en el mundo.
Para eso es menester que reúna una serie de atributos tales como ser crítico, comunitario, solidario, exigente, amplio, reflexivo, abierto, independiente, apasionado, consecuente, dialógico, democrático, comprensivo… y deje de lado los convencionalismos, su inflexibilidad, el autoritarismo, sus afanes monológicos, su egoísmo y  su servilismo. En pocas palabras, que asuma que “Las acciones humanas producen cambios a una velocidad muy superior a la de la naturaleza, que sus efectos son tratados superficialmente (lo que dificulta su comprensión) y que “Cuando se tienen mas variables de las que se pueden administrar, aparece la incertidumbre en el hombre”.
En la explicación de los porqués del estado de cosas que vivimos intervienen intereses que no conocemos por sernos ajenos; se nos ocultan los hechos que los impulsan: mentiras, como la del valor de la opinión pública (la opinión pública está teledirigida) ; el periodismo (que transforma la información en basura para que la gente la recoja pero no la verifique) ; la política (un batiburrillo de politicastros que asientan el culo en sus sillones y levantan la mano para votar según se les ordena desde una cúpula que manejan cuatro o cinco cabezas desde la “cocina” de cada partido); los partidos políticos (que dictan lo que la militancia tiene que hacer, haciendo caso omiso de lo que la ciudadanía desearía que se hiciera); la democracia (que se ha transformado en democapitalismo;  el liberalismo (que ha dejado de ser tal para convertirse en feroz neo conservadurismo con un único eje: el capital y su beneficio); la representación parlamentaria (cientos de holgazanes que no saben de la misa la mitad); la iglesia (inserta en el capitalismo, se ha quedado sin militancia pero mantiene su vigencia por medio de otros recursos non-sanctos- léase Banco Ambrosiano); una educación igualitaria (que nivelando hacia abajo frustra a los mejores que se sacrifican en nombre de esa igualdad); los perjuicios de la inmigración (que no son tales: colaboran con la riqueza del país en lo económico y enriquecen nuestros vidas aportando  matices culturales); la administración de justicia (bastardeada por los politicastros) ; la participación ciudadana (manejada a través de los medios de comunicación a extremos vergonzosos)…

El poder económico se ha hecho con el sistema sometiendo a los políticos, sus agentes, a los que “dicta” lo que tienen que hacer,  y  a la ciudadanía  a través de los medios  que maneja “ad libitum” según intereses puramente especulativos.
Por lo visto, habrá que  elegir entre agachar la cabeza y continuar viviendo la plenitud del primer mundo mientras millones y millones de seres humanos –cientos de millones de seres humanos- viven en la edad de piedra o ponernos en marcha coincidiendo con miles de otras personas que ya están en camino. No haremos camino si no nos enteramos de lo que pasa.

Mi trabajo aspira a  que usted  se entere cuanto antes de que “mientras que el resto de las especies exhiben una (auto) organización adaptativa biológica, el ser humano exhibe un comportamiento adaptativo tecnológico: las sociedades son el resultados de construcciones humanas y la adaptación es afectada por acciones humanas planeadas (o no)” (Héctor Penna).


Usted no puede ser ajeno a las “construcciones humanas”. En esas “construcciones” vivirán sus hijos y usted mismo, tal la velocidad del cambio. Capítulo tras capítulo iremos viendo, bajo el paraguas de circunstancias comunes, cuáles han sido los acontecimientos más destacados que nos afectan globalmente. 

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