sábado, 9 de marzo de 2013

ELDESBORDE DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA


por Carlos A. Trevisi

No hace mucho leí en los periódicos  que España podía derrumbarse así como lo hizo la Argentina, que pasó de ser un país con todas las posibilidades a un reducto tercermundista que se mueve al azar de las circunstancias que animan el paisaje que la rodea.
En efecto , un país que hace apenas 60 años pintaba como señero, se ha ido precipitando en una vulgaridad que va terminando con él. Su sociedad , descompuesta, en manos de una oligarquía inmisericorde que tiene a buen recaudo en el exterior miles de millones de dólares (equivalentes a la deuda total del país), y de  políticos y economistas filibusteros -cuando no ladrones del erario público-  anda a la deriva en un sálvese quien pueda que empuja a sus gentes más capaces a emigrar.
Hacia 1980 tuve ocasión de mantener largas conversaciones con Arturo Frondizi. Me decía entonces que hacia la década del sesenta, siendo él presidente, el problema argentino era la economía, pero que dado el vuelco que había dado el país, hacia principios de siglos XXI, el principal problema argentino sería su gente. Los "punteros" se han hecho con el país. Nada más acertado. Basta con caminar por las calles de Buenos Aires para verificarlo. Anda todo el mundo al acecho para pegar el manotazo que lo salve.
Cuando hoy día uno lee que la Argentina ha quedado al margen de las grandes decisiones y sus gobernantes son sólo número de un comparsa que los arrima a la G20 pero los aleja de las grandes decisiones que exige Latinoamérica, ratifica lo dicho por Frondizi.
España está pasando por un mal momento. Y no es precisamente por la crisis que asuela al mundo, que la afecta seriamente, pero ni más ni menos que a otros países. Su sociedad va cayendo  en el mismo desconcierto que se fue infiltrando paulatinamente en la sociedad argentina. La abundancia de la que disfrutó desde que advino la democracia gracias a circunstancias externas que la favorecieron pero, sin duda y especialmente, a una conducción política admirable, fue creando una casta de nuevos ricos que supieron aprovechar el momento. Gente desaprensiva sin formación ciudadana, ignorantes del compromiso social,  "movieron" la economía del país pero interrumpieron el proceso de consolidación de las variables que exige la democracia: una puesta en común basada en las virtudes básicas de la convivencia: la entrega, la educación y el respeto, entre otras.
El tiempo  fue consolidando la riqueza del país, pero  introdujo una novedad para la que los españoles no estaban preparados y de la que, sin embargo, supieron sacar provecho: el inmigrante. Si bien supo sacar ventaja del desamparo en el que caía cada inmigrante no bien pisaba España -se lo explotó y sigue explotando como mano de obra regalada-, su presencia   acentuó  el individualismo que caracteriza a los españoles e indujo a un rechazo que, aunque no siempre expresado, es manifiesto.
El inmigrante -se calcula que el 10% de la población total de España es inmigrante- ya comparte un espacio que antes disfrutaban  los españoles con exclusividad. Una presencia tan categórica  que disfruta de los mismos derechos, garantías y beneficios que los españoles sin haber contribuido a su creación, ha desnaturalizado las relaciones no sólo para con ellos sino para con todo el entramado del tejido social. Lo que en un principio fue indiferencia, luego se transformó en rechazo y vaya uno a saber en qué puede terminar.
Con su presencia el español   "aprendió" a sacar provecho de la picaresca de la sociedad industrial, algo que ya había descubierto y puesto en marcha Buenos Aires allá por la década del cincuenta empujado por el aluvión de inmigrantes de "adentro-la gente del interior- y de "afuera", especialmente los italianos y los españoles.  Nativos y extraños, unos en su afán por seguir haciendo dinero a costa de los inmigrados y estos para poder sobrevivir, transformaron la Argentina en un mamarracho que pintó, con inusitada lucidez, el tango Cambalache: "Todo es igual, nada es mejor. Lo mismo un chorro (ladrón) que un gran profesor".
Al no haber sabido echar las bases que sustentarían la nueva sociedad, especialmente en lo educativo y en lo cívico, los sucesivos gobiernos de España, en respuesta, han  ido poniendo parches que  conculcan libertades personales atribuyendo más poder al estado. Y la gente agradecida:  No nos hemos dado cuenta que ha sido el recurso que  resuelve lo urgente en detrimento de lo importante: hemos cambiado libertad por seguridad. Uno no puede dar un paso sin que haya un cámara vigilándolo: en la calle, en las empresas, en los supermercados, en los parkings,... en fin, en todas partes.
En España, en este momento , a simple vista, uno ve el resultado del desasosiego social cuando se entera de que la justicia vive un atraso tecnológico que, sumado a la cuantía de nuevos casos que plantea una sociedad en permanente cambio y en riesgo de perder el rumbo, lleva a los jueces a la huelga: no dan abasto. Algo verdaderamente tercermundista: ¡uno de los poderes del estado, nada menos que la justicia, en huelga!
En el ámbito de la seguridad ciudadana,  la policía aleccionada  para actuar más como cuerpo militar que en defensa de la ciudadanía, ha aumentado sus recursos extraordinariamente: no creo que exista en Europa un país con más patrulleros circulando por ciudades y carreteras que en España; la incompetencia de los agentes es tan manifiesta que ha llevado a la agrupación sindical de la Guardia Civil a denunciar que los que acceden al cuerpo no reúnen las condiciones necesarias de idoneidad para ejercer como tales.
No es mejor la situación en educación . La escuela pública, atada a los contenidos antes que a lo actitudinal, no sabe qué hacer con los inmigrantes. Tamaña incompetencia promueve la fuga  de  españolitos hacia centros concertados o privados de pago donde los inmigrantes no tienen cabida (aunque la ley lo garantice). Es tal el desencuentro que ha aparecido una  segregación opuesta: en algunas escuelas hay tantos inmigrantes que los españolitos son minoría.
Mete frío pensar  que el gran problema de la educación española que es despertar actitudes  ni se contempla.  No hay ninguna frescura en las aulas. El maestro sigue "tirando" información como en la Edad Media  y los chicos estudiando lo que se les dicta: no se apela a su imaginación, ni a la reflexión;  mucho menos a enseñarles estrategias que autoricen abordar el conocimiento como creación personal.  A repetir de memoria de un único libro que imponen las editoriales, que en algunos casos hasta "agradecen" a los maestros por elegir sus "manuales".
La salud, que ha comenzado el rumbo de su privatización hace agua por todas partes, con todo que aún es una de las mejores de Europa. La Comunidad  de Madrid acaba de promulgar una ley que contradice la esencia misma de la sanidad española:  bajo el manto de un libertad que no es tal, se podrá elegir médico y aquellos  con más trabajo ("clientela") cobrarán  proporcionalmente. Parece mentira que no se haya asumido que el desastre que vive el mundo en este momento tiene sus raíces en esa falsa idolatría por la libertad.
Si partimos de la base que los valores tienen que ser transmitidos y las virtudes enseñadas –aunque yo diría PRACTICADAS- (Rafael Díaz Salazar, El País, 11 de diciembre de 2005) evidentemente, ni aquellos se han transmitido ni éstas enseñado (o practicado).
La mejor forma de vida a la que puede aspirar un español es a  llegar a ser funcionario del estado. No conozco un español -como no sean los nuevos ricos a los que me refería "ut supra" , que no sea funcionario. Es difícil de entender  que un maestro o un médico sean "funcionarios" con garantías de permanencia en sus puestos "sine die", cualesquiera sean sus actitudes y aptitudes, sin la actualización que exige un mundo en permanente cambio. Desde el más modesto pincha papeles hasta el más prestigioso profesor tienen la vida asegurada: hagan lo que hicieren -y por lo general ,  salvo honrosas excepciones, hacen poco- gozan de tantos privilegios que el día que a algún gobierno se le ocurra "tocarlos" desaparece la administración (y el gobierno). Como será el afán por llegar a esa posición que se suele decir que el español trabaja hasta que gana la oposición que le permite acceder al funcionariato.   Existen en España 3 millones de funcionarios (El Mundo, 30 de enero de 2009).
Este fue el camino que emprendió la Argentina hace 60 años. Se cayeron todas sus instituciones y por motivos muy semejantes: la justicia a la que accedieron no sólo los más incompetentes sino los más desvergonzados; la educación pública, a la que nadie le prestó atención ni siquiera los maestros,  de un nivel académico escandaloso aunque con todo, excelentes en prestaciones sociales, que hasta de los piojos de sus alumnitos se ocupan;  la seguridad, catastrófica, en manos de policías cuasi analfabetos, coimeros y corruptos; la salud innombrable: los hospitales carecen de lo más esencial para funcionar como tales. Y lo peor es que la mega-estructura del estado sigue montada como si sirviera, llena de inútiles pululando por todas partes.
Este toque decadente que venimos observando en la sociedad española (desde aquel título de Rosa Montero que habla de un  "país  primitivo"  hasta la nefasta indiferencia de los medios en el tratamiento de las causas de los problemas que nos aquejan),  parece indicar que hay algo más que fatalismo en las cosas que suceden.
Veamos si no.

Inconciencia:1. 98 muertos en las carreteras españolas en el transcurso del puente de la Constitución (2008)
Ocultación:
2. Las tropas españolas en Irak, que no fueron enviadas al frente de lucha (¿?), sostuvieron 40 combates en 48 días
Mentiras:3. Caso “Prestige”: “que separen el barco de la costa hasta que se hunda”, orden dada por el Director General de la Marina Mercante sin verificar los primeros detalles del naufragio, apenas dos horas después de conocerse que el petrolero zozobraba ( el gobierno  sostuvo que la decisión se tomó al día siguiente de conocerse el hecho y luego de varias consultas con expertos.
Desactualización:4. 20 millones de españoles no usan la red Internet y el 70% no cree que sea de utilidad (2008)
Intrascendencia:5. “Marca” (fútbol) es el periódico más leído en la franja de las publicaciones nacionales
Irrespeto e inconciencia ecológica:6. Los pueblos del entorno del futuro Parque Nacional del Guadarrama planean construir 60.000 viviendas nuevas. (2008)
Violencia:7. Más de setenta mujeres muertas a manos de sus parejas por año.
Desinterés, abulia:8. Sólo el 3,3 % (tres, tres por ciento) de los alumnos de la UNED hizo uso de su derecho a elegir al rector.
Calamidad social y falta de compromiso docente:9. Un teléfono ayudará a los maestros acosados por sus alumnos.
Vergüenza:
10. Un director de instituto amenazado en su propio despacho por un padre.
11. El sindicato ANPE crea un servicio de atención sicológica y jurídica para los maestros que se sientan amenazados. El 72 % de los profesores tiene una alta probabilidad de sufrir depresiones laborales. ¿Habráse visto que no puedan controlar a sus alumnos?
12. la violencia (bullying) en las aulas ha aumentado un 83 % en el último año.
13...

España está a tiempo. la crisis actual puede favorecer un cambio. Su entorno y las posibilidades que le ofrece la UE exige de sus gobernantes algo más que planteos diletantes acerca del futuro inmediato. Una sociedad necesita poco tiempo para corromperse pero  mucho para volver por sus cabales. Los gobiernos no pueden actuar indiscriminadamente sobre la ciudadanía. Hay gente, la gran mayoría, que no se merece que España vuelva a ser un país de emigrantes. Los jóvenes ya comienzan a mirar hacia el resto de Europa: el Reino Unido, Alemania, Francia y hasta en Estados Unidos. 
Y es una lástima.

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